"Somos cuatro hermanos, yo soy la única mujer. Yo cuido de mis padres y no trabajo fuera. Mis hermanos sin cuidar, recibirán una pensión y tendrán una vejez con una mejor calidad de vida que yo, que no tendré pensión alguna. Me parece injusto."
Según la encuesta de Discapacidad, autonomía personal y dependencia del I.N.E., en el año 2008 había alrededor de un millón trescientas mil personas cuidadoras no profesionales o informales. Esto representaba cerca del 3% de la población española. Para el año 2016, algo más de seis millones de personas eran cuidadoras no profesionales, multiplicándose por 4 la cifra anterior y llegando al 13% de la población en España.
El envejecimiento avanza en una progresión constante, que en el caso del medio rural, se eleva a más del doble.
Del total de las personas que están cuidando, el 80% son mujeres.
Esta pirámide de población esconde diversas realidades:
La escasez o inexistencia de servicios, médicos, de atención social, de movilidad y de pequeño comercio, que satisfagan las necesidades de una población que es mayoritaria en el medio rural.
La masculinización y envejecimiento de estos territorios, que son las mujeres que residen en ellos, las que en muchos aspectos, entre ellos el de los cuidados, los sostienen, cubriendo con estas tareas invisibles y tradicionalmente heredadas, las carencias que se describen en el punto anterior.
Estas personas cuidadoras informales, no tienen conocimientos ni para cuidar, ni para cuidarse, ya que la mayoría de ellas descuidan sus propios síntomas y visitas médicas, porque sitúan su foco de cuidados en el familiar o familiares que lo necesiten.
Su trabajo, es tan imprescindible como invisible y poco reconocido. En el caso de las mujeres en edad laboral, su dedicación, muchas veces exclusiva, las excluye a ellas en el futuro del sistema de pensiones. Las que tienen además un trabajo remunerado, se las hace muy difícil combinar este con el trabajo de cuidadora informal. Para las mujeres mayores, que han pasado toda su vida cuidando, esta realidad las dirige hacia un futuro de enfermedades crónicas y dependencia tanto sanitaria como económicamente.
¿Qué tareas desempeña una persona cuidadora?
Contribuye al desarrollo de las actividades básicas de la vida diaria de la persona o personas cuidadas:
Ayuda a comer
Cambia pañales
Ayuda a vestirse
Apoyo para acostarse y levantarse
Aseo y baño
Movilizaciones...
Contribuye al apoyo instrumental de la vida de la persona atendida
Preparación de comidas
Hacer la compra
Supervisión de la toma de medicación
Acompañamiento en las salidas fuera de casa, citas médicas o tareas administrativas...
La falta de autocuidado y la sobrecarga física, mental y emocional, en estas personas que están cuidando, las lleva a tener secuelas para el resto de su vida, disminuyendo la calidad de vida de su presente, y amortizando la de su futuro.
Las mujeres, como hemos visto en la pirámide de población, viven más años, pero en peor estado de salud y con mayores niveles de dependencia, que en muchos casos no se encuentran atendidos. Pensamos que estas pueden ser varias de las causas por las que las mujeres que viven en el medio rural, presentan mayores tasas de enfermedades crónicas y multimorbilidad, según las escasas investigaciones que se han hecho sobre el tema, y que recogemos en la publicación "La morbilidad diferencial en las mujeres del medio rural" FADEMUR 2021
Ya en el año 2011, el estudio titulado "Relación entre el número de horas de cuidado informal y el estado de salud mental de las personas cuidadoras", reveló que la salud de estas personas, empeora progresivamente a partir de las 25 horas semanales de cuidado. Por ello, las tareas de cuidado son un factor de riesgo para la salud, que genera en un primer momento estados de ansiedad y tristeza que desembocan en trastornos ansiosos - depresivos y enfermedades de tipo orgánico.
Desde FADEMUR, que lleva desde el año 2017 desarrollando el programa "Cuidándonos para un futuro mejor", financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, a partir de los fondos del I.R.P.F., denunciamos estas realidades, de las que parece que las administraciones no son conscientes, y suponen un problema grave para las mujeres que realizan trabajos de cuidados no profesionales.
Nuestro apoyo y reconocimiento para todas estas personas, queremos que lleguen este 8 de marzo a través de nuestra reivindicación. Denunciamos la falta de apoyos y la exclusión tanto de estas personas como de los seres queridos a los que atienden por no haber unos servicios gestionados eficazmente desde las administraciones que apoyen a ambos.
Nuestra pequeña contribución es continuar llevando a cabo programas de envejecimiento saludable con la realización entre otros, de talleres de apoyo a los trabajos de cuidados y autocuidados, pensados para orientar y facilitar herramientas a las personas que cuidan. Continuar con la investigación social, que pone a las personas mayores y sus familias en el centro, para tener un conocimiento nítido de sus realidades y las mejores formas de satisfacerlas.
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